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La complejidad irreducible es un argumento de los partidarios del diseño inteligente que sostiene que ciertos sistemas biológicos son demasiado complejos para haber evolucionado a partir de predecesores más simples, o «menos completos», a través de la selección natural actuando sobre una serie de mutaciones beneficiosas de naturaleza azarosa y natural.[1] El argumento es central en el diseño inteligente y es ampliamente rechazado por la comunidad científica,[2] la cual considera al diseño inteligente unánimemente como una pseudociencia.[3] La complejidad irreducible es uno de los dos principales argumentos usados por los defensores del diseño inteligente, mientras que el otro es la complejidad específica.[4]
Michael Behe, el creador del término «complejidad irreducible» («irreducible complexity»), define un sistema de complejidad irreducible como uno «compuesto de varias partes que interactúan en conjunto para contribuir a su función básica, tal que la eliminación de una parte cualquiera causa la ineficacia de todo el mecanismo».[5] Biólogos evolucionistas han demostrado cómo tales sistemas pudieron haber evolucionado,[6][7] y describen la afirmación de Behe como un argumentum ad ignorantiam.[8] En el Caso Kitzmiller contra el Distrito Escolar de Dover de 2005, Behe dio su testimonio sobre el tema de la complejidad irreducible. La corte encontró que «la afirmación sobre la complejidad irreducible del profesor Behe ha sido refutada en artículos de revisión por pares y ha sido ampliamente rechazada por la comunidad científica».[2]
La complejidad irreducible es en su núcleo un argumento contra la evolución. Si fuesen encontrados auténticos sistemas irreducibles, el argumento funciona y entonces el diseño inteligente debe ser una correcta explicación de sus existencias. Sin embargo, esta conclusión está basada en el supuesto de que la actual teoría evolutiva y el diseño inteligente son los dos únicos modelos válidos para explicar la vida, es decir, presenta un falso dilema.[9][10] También se le ha criticado de utilizar un argumento ad ignorantiam en favor del Dios de los vacíos.[8]